Hoy he presenciado una de las escenas más
bonita y dulce en tiempo. Paseaba por la calle cuando me he encontrado una familia
que se disponía a tomar un poco el aire. Iban todos, el nieto, la madre, los
abuelos y la bisabuela. Llegó un momento en que la bisabuela quería cogerle la
mano a la criatura, que no debía llegar al año. Al cogerse la mano, el niño ha
sonreído. Ese mismo instante ha sido como si el mundo se parara, cogiera una
fotografía para el recuerdo y volviera a tomar su curso rápido habitual.
La
ternura de la escena me ha conmovido de tal forma que he visto la necesidad de
escribir sobre ello tan pronto llegara a casa, así intentar que ese segundo no cayera
en el olvido como tantos otros.